El talento de los demás de Alberto Olmos (370)


Me muero de vergüenza. Sé que me voy a arrepentir de escribir lo que voy a escribir. Estaré muy arrepentido pero me tira tanto la zeta de cinZano… Después de lo que han escrito sobre esta novela los que saben, los snobs de la literatura, los pedantes y críticos afamados, los chupapollas y chupachochos de este mefítico mundo literario, yo, lector culto y de culto con zeta de cinZano, siento cierto acojone. O miedo, amilanamiento; me entra la canillera y el culillo se me descompone. Me da vergüenza opinar pero opino. Además, cuando creé este blog lo hice con la única y propia finalidad de tener registrados los libros que leía. Ya está (imaginad las admiraciones). Existía entonces una advertencia (advirtiendo había escrito -puto gerundio-) que rezaba como así: «Ni soy crítico ni me hago mojitos; tampoco pajas. Sólo bebo whisky los viernes y los sábados por la noche, de madrugada; miento, no es whisky lo que bebo sino Jack Daniels (Tennessee) o cualquier otro bourbon que llegue a ese nivel; miento de nuevo; Jack Daniels no es un bourbon, es un tennessee.» Cinzano, céntrate. Y Cinzano se centra. Sobre la mesa un Jim Beam con un cubito de hielo. El Jim Beam estaba de oferta en el Carrefour. En el Carrefour no venden violines. Mario Sut nunca debió visitar el Carrefour. Por este simple hecho, Mr. Sut me ha caído bien que es lo mismo que no decir nada o que decir que la música de Paganini estaba compuesta para él. Joder, y la estuvo.

Cinzano centrado. A pesar de ello, sigue sin ser crítico literario. Un advertisement molón. ¡Cinzano!

El talento de los demás (Lengua de Trapo, 2007). Esta es la obra. Nimia digresión: Lo primero que imaginé cuando descubrí a Mario Sut fue que al final del libro conseguiría fichar por Billy Talent y conseguía reinventar al grupo canadiense. Pues no. Vaga ilusión. Vaga ilusión porque El talento de los demás es pura lateralidad. Es divergente a partir del punto y final de la primera parte (El talento de Mario Sut), que es la que mejor he digerido como lector domesticado que soy -aunque estoy en pleno proceso de desintoxicación o como me invento ahora, de desdomesticación-. Se lo diré a Alberto.

La segunda (El talento de los demás), es la más puro -de habano-; muy mañera, dicen. A mí no me gustan los Corn Kronen-. «Ah, pues no sé, será mañera». Pero repito, no me gustan los Corn Kronen. En esta parte el lector es un vagón que busca locomotora y sólo cuando está a punto de engancharse, divisa la tercera parte y sale de ella sin alcanzarla, la locomotora de la segunda, digo. Y una mierda. Cuando entra de lleno la tercera parte el lector es otro. Olmos entrena. Olmos te ha entrenado para que, al comenzar la tercera parte (Un final para Mario Sut), seas capaz de proferir cosas tales como: «¡Cómo se flipa este tío!, esta parte la escribió colocado, medio borracho, de la mano de Artaud y Jarry, con dosis de ¿monólogos? -que CinZano intuye, «¿qué intuyes, Cinzano, el Col de Sut?-» Pues intuyo que es un catálogo de Mini Cooper, todos lindos, todos geniales, cuarto y mitad de regodeo, medio kilo de orgasmo para el lector que sigo intuyendo (qué asco de gerundios) que son mezcla de elucubración y surrealismo.

Llegas al final con ese puntillo de feria de pueblo preguntándote dónde has perdido la cartera, dónde te has dejado a la novia, dónde el talento de tu madurez. No tengo talento, lo sé.

Y te duermes, y aplaudes en sueños pero te callas ya; no tiznas de más halagos la sombra que proyecta el olmo sobre la tapia de tu cortijo. Porque tu cortijo necesita libros como este pero te callas como una puta, o como una suripanta que busca a Maupassant y a un general nazi.

Yo ya (ye-yi-yu) quiero otra novela. Así está: situacion de la próxima novela.

PD: Por cierto, vaya mierda de portadas para El talento de los demás, tanto la de Lengua de Trapo como la de Punto de Lectura. ¿Por qué consiente un editor esas chapuzas?

Próxima estación: La llave, de Junichiro Tanizaki. (Shhhh, la he empezado. ¡Qué magia! la de estos japoneses que ya están muertos.

Imágenes de Sarah Longlands, Inacabado y Arman, Violines violentos II

5 comentarios »

  1. náufrago digital Said:

    Cinzano, esta vez no me has convencido. No te mojas, no aclaras qué sentiste con la tercera parte, qué parte te gustó más, por qué hay que leer esta novela, por qué no hay que leerla… En fin, mucha palabrería genialoide pero poca chicha, me permito opinar desde el cariño y la eterna camarádería. Atentamente,

  2. Leyente Cinzano Said:

    Me da vergüenza, Náufrago.
    Lo he dicho al comienzo.
    Pero suelto algo, que sí me ha gustado la primera parte, que la segunda se me hizo larga -mucho relleno, como dice Olmos- y que la tercera me transportó a ciertas cavidades del surrealismo.

    Es una obra peculiar, diría que única y no hay muchas novelas únicas, joder.

    Léela, pero en la edición de Lengua de trapo. Si te gusta leer y tocar, ésa es la tuya.

    ¿Servido?

    Un saludo, pollo.

  3. náufrago digital Said:

    La leí (o casi). La primera parte engancha por la prosa ágil (manque burguesa), la segunda tiene gracia y toques genialoides, con detalles literarios curiosos (aunque es demasiado larga) y, en la tercera parte, sinceramente, naufragué.

  4. Leyente Cinzano Said:

    Pues yo remé contracorriente en la segunda. La tercera me fascinó y la primera, como dices, para adentrar al lector virgen.

    Gracias por tus comentarios, naúfrago.

  5. náufrago digital Said:

    De nada, Z.


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